In Remembrance del Requiem de Eleanor Daley
“Un director coral es un creador, porque transforma códigos en sonidos en los que despierta el alma de quien los escribió, pero también la suya propia, transmitiendo en sonidos de otros tiempo o lugares, experiencias del presente.”
Grau, 2005: XIV
La práctica de la dirección de un grupo musical ha tenido una tradición generalmente relacionada con rituales religiosos. Para los griegos, además, estuvo siempre vinculada al teatro y la danza. En el renacimiento, el barroco y el clasicismo, el director de un grupo era generalmente alguien que marcaba unos pulsos para que sus integrantes estuvieran coordinados. Posteriormente, a principios del siglo XIX, Wagner estableció la función del director como la conocemos actualmente, pero es solo hasta principios del siglo XX, fenómeno reciente, que se habla de la formación de directores en el campo educativo. Un fuerte componente técnico-mecánico ha marcado la enseñanza de la dirección con el cual cada director, imitando a su maestro o confiando en su destreza natural e intuitiva, se enfrentaba a un grupo en una especie de laboratorio de ensayo-error. En este proceso el aprendiz de director expresaba a través del cuerpo, lo que la música le decía sin haber tenido una instrucción básica sobre el manejo de su corporalidad y posibilidades expresivas.
El Cuerpo en la Dirección surgió de la tesis doctoral “Gesto y movimiento. Una propuesta metodológica para la enseñanza de la dirección coral” (Romero, 2021). En este trabajo se revisaron algunas teorías del movimiento y de las ciencias cognitivas para proponer algunos ejercicios prácticos para la enseñanza de la dirección. Entre estas teorías se encuentra la de Laban (1984) la cual plantea que, al reconocer nuestros patrones de movimiento, se posibilita la ampliación de estos. Laban propone entonces que cuando nos movemos decimos algo de lo que somos, que el ser humano tiene la facultad de conocer los patrones que crean esfuerzos y así aprende a desarrollarlos, reformarlos y usarlos. (pág.130). La propuesta tuvo en cuenta criterios y herramientas para el desarrollo del movimiento expresivo, incluyendo una mayor conciencia corporal sin dejar de lado, por supuesto, los elementos técnicos básicos de esta formación.
Este sitio web es un intento de incluir el desarrollo de la dimensión expresiva en la formación de directores y por qué no, en la formación musical en general, proporcionando recursos al profesor de dirección y a los estudiantes, para generar un lenguaje común que promueva la alfabetización corporal en el escenario pedagógico musical. El objetivo de esta propuesta, enmarcado siempre en lo que nos permite la exploración del movimiento, es empezar a desarrollar una conciencia clara sobre la experiencia corporal que desencadene en un movimiento orgánico y natural, que se traducirá en un gesto de dirección preciso y efectivo. Es éste un camino didáctico que expone algunas pautas para la práctica y desarrollo de un hábito expresivo del movimiento, que comunique por parte del director a su grupo, la esencia de la música inmersa en una partitura. Y será la conexión coherente entre el propio cuerpo y el mensaje expresivo de la música lo que llevará a un gesto de dirección explícito y conectado.
En su desarrollo, El cuerpo en la dirección gira alrededor de cuatro secciones: exploración anatómica y conciencia corporal, exploración actitudinal, exploración del espacio y el lugar del sonido y, finalmente, la exploración de los elementos técnicos de dirección. Si bien este sitio propone un orden sugerido para su exploración, el visitante podrá abordarlo según su interés.